El maíz transgénico que importamos sí representa una tercera parte del consumo nacional, pero es un maíz profundamente diferente del maíz mexicano porque está desarrollado en laboratorios y hecho para forraje, la industria de alimentos ultraprocesados y como insumo para combustible.
La importación a México de maíz transgénico y el uso de plaguicidas altamente peligrosos (PAP), como el herbicida glifosato, ponen en riesgo nuestra cultura alimentaria y la diversidad biocultural; contribuyen a la destrucción de la naturaleza y dañan directamente la salud de la población. No sólo son la punta del iceberg de un modelo agroalimentario depredador basado en monocultivos que matan los suelos y sobreexplotan el agua, sino que van de la mano porque se aplican juntos.https://www.sinembargo.mx/08-12-2022/4295616